Vía hispalinux, me encuentro con esta noticia: L’Ajuntament de Barcelona es gasta 524.000 euros en llicències de Microsoft Office. La noticia es interesante tanto por su contenido, como por las repercusiones que ha tenido.
Por un lado, analicemos los hechos:
- ERC tenía en su programa electoral el apoyo explícito al software libre.
- Por lo que me consta, el consejo rector del Instituto Municipal de Informática de Barcelona, después de los repartos de poder del tripartito, quedó bajo el control de ERC.
- Estamos a cuarenta y ocho horas de las elecciones, por lo que la decisión se ha tomado desde la interinidad.
Analizando fríamente la realidad, el único hecho reprobable que encuentro es este último: comprometer un gasto de 524000 euros con un proveedor 48 horas antes de las elecciones me parece en un sistema democrático algo escandaloso. Más cuando esta cantidad está muy por encima de lo que corresponde con un menor -12000 euros-. Los de ERC deberían cortar cabezas por este hecho; es mucho dinero para decidir gastarlo a pocas horas de las elecciones, más si es una decisión vinculante en el futuro de cara a futuras decisiones de compra por el consistorio entrante.
Pero no va de eso la entrada. Esto no es un blog de política. Sino de la otra parte: el pago de 524000 euros a Microsoft. Y lamento discrepar de mis amigos de Hispalinux: El ayuntamiento hizo exactamente lo que debería hacer: pagar el rescate por sus datos.
La clave está en el concepto de «cliente cautivo». Un proveedor puede emplear mecanismos para asegurarse que su cliente no puede migrar a la competencia. Estos mecanismos son de dos tipos: fidelizarlo mediante mejoras de la calidad del servicio y de su precio, o establecer mecanismos de cautiverio del cliente, que harán tan caro migrar a otro proveedor que el cliente se verá en la obligación de aceptar lo que le echen. El problema es que ya no eres un cliente: eres un siervo. Cuando tu proveedor quiera, se pasea por tu empresa con su bate abogado, y tendrás que pagar en concepto de protección licencia lo que te digan. Y punto.
El Ayuntamiento de Barcelona tenía la intención política de migrar a software libre, por razones políticas y estratégicas. Estaba en el programa electoral de los partidos que se presentaron, y ahora los ciudadanos podrán -y deberán- castigar a ERC por no ser capaz de cumplir su compromiso electoral. De eso va la democracia. Deberían haber operado antes, deberían haberse movido de otra forma. Ya es tarde. Ahora, a pagar el arativum y llorar por lo que no fueron capaces de defender.
Si analizamos el costo de migración, no está causado por falta de calidad del software libre o por ser difícil su uso; está causado exclusivamente por las medidas de Microsoft para hacer cautivo al cliente, fundamentalmente empleando estándares y formatos cerrados y no documentados. El costo de la migración es tan alto tal y como esta fue planeada, que el ayuntamiento de la segunda mayor ciudad de España no puede permitirse tomar decisiones soberanas; sino tiene que pagar lo que Microsoft le pide, cuando y como se lo pide. ¿Quien manda más, el pueblo soberano de Barcelona, que ha votado por un programa electoral, y su gobierno en quién ha delegado durante cuatro años su poder, o esta mujer a la que yo no he votado, y dice que la relación entre políticos e internautas es peligrosa?
Malo es que un gobierno -del signo que sea- no tenga poder real para ejecutar parte de su programa porque una multinacional es quien tiene la sartén en el mango en su área.
Esto nos da dos cosas que pensar: la primera, lo valientes que están siendo las políticas de la Junta de Andalucía y la Junta de Extremadura de ser soberanas tecnológicamente. La defensa de la libertad de escoger es algo que es duro, y hay que defender con un fuerte compromiso, y corriendo riesgos. La Junta de Extremadura tiene unos sistemas informáticos de un tamaño razonable, lo que le ha permitido promulgar un decreto por el cual en un año operará con software libre toda la Junta de Extremadura. La Junta de Andalucía, por otro lado, responsable del sistema informático más importante de toda España, tiene un problema mucho más complejo; por lo que está dando los pasos a otra velocidad. Más firmes, más calculados, más cuidadosos, pero pasos hacia la realidad.
Los pequeños, como el ayuntamiento de Barcelona, tendrán que seguir pagando protecciónlicencias. No porque no quieran migrar al software libre, sino porque ya no les es viable dejar de pagar a Microsoft lo que Microsoft pida, cuando lo pida, y como lo pida.
Finalmente, una pregunta no retórica: en tu empresa, ¿Hasta que punto dependes de Microsoft? ¿Hasta que punto Microsoft te puede cobrar lo que quiera, cuando quiera, con sólo mandarte un abogado? ¿Hasta que punto cada día que pasa dependes más de Microsoft, y si algún día las condiciones te parecen ya demasiado abusivas, y quieres salir, no estarás ya de por vida como siervo? ¿Hasta que punto no te conviene tener ya una estrategia de posicionamiento en el software libre que te permita que la decisión del proveedor la tomes tú? ¿Hasta qué punto no te conviene tener ya una estrategia de migración que te asegure que, si algún día quieres emplear otro proveedor, tus formatos, tus aplicaciones y tus sistemas no estarán cautivos para siempre de tu proveedor actual?
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