No quiero convertir este blog en un blog anti-telefónica. Pero Telefónica no se deja. La última: no sólamente que una conexión por satélite bidireccional «premium profesional» no funcione adecuadamente, sino que además se niegan a solucionarlo porque he cometido un crimen… usar Linux.
La historia comienza con una soleada mañana levantándome, y poniéndome a trabajar. La conexión a Internet, no funciona -intento acceder por ssh al servidor, y no puedo conectarme-. Hago las pruebas de acceso, y me da una respuesta como esta:
Para los que aún no lo saben, he pasado un infierno con la conexión a Internet, gracias a la empresa que tiene el monopolio en mi área: Telefónica. Finalmente la única solución ha sido desembolsar más de 3000 euros de golpe -sé lo de que se puede hacer un leasing, pero alguien me «perdió los papeles» y aunque firmé un leasing, me llegó una factura de 3799,89 euros, con fecha de pago en menos de un mes, con una bonita colección de amenazas si no la pagaba; pero todo estándar, nada personal-. En fin: pago -que remedio; me hago a la idea que este pago es como el «servicio de lavandería» de Chicago-, e intento seguir adelante. Contrato una conexión premium profesional de satélite bidireccional con Telefónica, que se supone que es fiable y que no se corta. Se supone que da 2Mb, y cuesta una pasta al mes, más el bonito desembolso del principio. El montaje bien, gracias. Vamos, pues, a disfrutarlo.
Volviendo a la historia, me levanto, y no funciona. Cargado de infinitas dosis de buena fe y resignación -más de lo segundo que de lo primero-, llamo al 900101010. Consigo hablar con un humano -lo que tiene un trabajo de narices-. Le digo que tengo un satélite bidireccional con Telefónica, opción «premium profesional», con su «ADSL e-oficina empresa» -de contratación obligatoria- y su paquete de «mantenimiento básico»-. Ella me dice que los ventimuypocos kbits por segundo están cercanos al 1% del caudal contratado en una premium profesional de satélite bidireccional de Telefónica -eso ya lo sabía-, y que llame al 902357000 -que precisamente era lo que me temía-.
Este número, para los que no conozcan Telefónica -algunos lectores de este blog viven en el primer mundo-, es un teléfono al que llamas; y, por 6 céntimos minuto, te tienen al teléfono diciéndote que te esperes durante quince minutos, para después entretenerte otros 15 con obviedades. Los 6 céntimos por minuto, los cobra Telefónica. No, no es una broma.
Bueno, pues después de un euro de paciente espera, y otro euro de preguntas chorras por una tal señorita Celia -las mismas preguntas para el satélite bidireccional que para un ADSL; incluso preguntando por las «lucecitas verdes» cuando el router tiene las luces azules-, llega la pregunta clave: ¿Tiene usted sistema operativo XP? En uno de mis lapsus de buena fe e inocencia expongo que no, que no hay ningún XP en mi casa, que tengo máquinas Linux y MacOS. A lo que me responde diciendo: «Lo siento. No soportamos dichos sistemas operativos». Le comienzo a decir: «Disculpe, pero cuando contraté la conexión a satélite me aseguraron que no habría problema con dichos…» después del «con dichos», me doy cuenta que estoy hablando solo, y que en algún momento de la frase, me han colgado en la cara.
Vuelta a llamar al 900101010 «Respuesta empresarios», y después de varios intentos, consigo hablar con un operador humano, una chica a la que le digo que quiero hacer una reclamación por el satélite bidireccional que no funciona y por el mal trato del soporte. La respuesta es: «Usted lo que tiene es una línea de 19 euros» y me cuelga en la cara. No se toma la molestia de comprobar que el teléfono llamante no es el teléfono del satélite bidireccional -un teléfono que te obligan a contratar, pero que no puedes usar-. «Respuesta empresarios», para Telefónica, es colgar en cuanto escuchan la palabra reclamación.
Se que se me queda cara de gilipollas. Vale que estoy es la más completa y absoluta indefensión. Llevan seis meses demostrándome hasta qué punto el cliente es un ser al que se aliena y se le cobra. Pero no es necesario restregármelo por la cara. Al menos, que me anoten la reclamación y se limpien el culo con ella, como han venido haciendo el último semestre con todas las reclamaciones por todas las putadas que me han hecho. Si alguien sabe como teletrasportar mi casa a un lugar civilizado, por favor que me lo comunique. Desgraciadamente, el mercado inmobiliario ya está diseñado para evitar que votemos con los pies. Pero eso lo dejaré para otro post.
Lo triste es que no es solo a mí: cualquier reunión de innovadores tecnológicos se convierte en una reunión de autoayuda de «emprendedores anónimos» en cuanto tocamos determinados temas. No es un tema personal: Telefónica es como las almorranas, la gente la sufre en silencio. Cuando salimos de las grandes ciudades, muchos se resignan en silencio, y otros menos protestamos. Y a los que protestamos, se nos ignora. Pero este problema es como el elefante en la sala del anuncio inglés: ignorarlo no lo hará desaparecer.
Os deseo un año con conectividad decente; y que vuestro operador de telecomunicaciones de turno no os incomunique respecto a vuestros clientes. Y que el SAT de vuestro operador no reniegue de solucionaros problemas por no pagar el «impuesto Microsoft».
Actualización: Ya funciona «correctamente», es decir, da un 9% del ancho de banda contratado. Gracias a todos los que habeis manifestado vuestro apoyo en comentarios al blog, por teléfono o por correo electrónico.
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