GTD – Get Things Done

GtD – Get Things Done- será la primera entrada sobre productividad; ya que es una de las herramientas más potentes de eficiencia personal que conozco.

Mi entrada al GtD fue muy tarde. Una pena: GtD es una de esas cosas que me hubiese gustado que me explicaran a los 14 años; y he terminado aprendiendo bien pasados los 30.

Al principio de mi andadura como autónomo, decidí que iba a emplear un porcentaje de mi tiempo en mejorar mis habilidades: lo que comúnmente se denomina “afilar el hacha”. Quería huir de los “libros de caballería” -es decir, los de autoayuda-, que en base a una frase ingeniosa o graciosa te escriben trescientas páginas. El único salvable de los libros de autoayuda es el excelente “Yo me he llevado tu queso” de Darrel Bristow Bovey -ojo, no confundir con el “Quién se ha llevado mi queso”, libro de muy inferior calidad. Entre el osmósix, el huevo interior, y el gurú de la montaña, la verdad es que uno se lo pasa muy bien. No me reía tanto desde el “Manual top secret de gestión empresarial de dogbert”.

Volviendo a la productividad, encontré una ingente cantidad de blogs de “productivity p0rn” -básicamente, la versión yuppie de los libros de caballería-. Sin embargo, había unos pocos blog serios, que hablaban del GtD. GtD para acá, GtD para allá. Se referían a esto del «Get Things Done» y del GtD como si fuera la biblia. El GtD parecía escrito por un tal David Allen.

Curiosidad de las curiosidades, el libro terminó cayendo en una de mis compras masivas a Amazon; no muy convencido, y no sabiendo si iba a encontrar un manual de chorradas o simple basura; pero siempre que pido un lote, meto algún “incierto”; y me he llevado alguna buena sorpresa. Y la verdad es que no es que me haya impresionado: es que desde hace casi tres años es mi metodología de vida.

La primera lectura del libro es demoledora: verdades como puños. Algunas, ya tenía conocimiento intuitivo de ellas: lo que me funcionaba de productividad se parecía a algunas de las cosas del método. Otras, después de leerlas, se me quedaba cara de imbécil: como no se me había ocurrido a mi antes. La segunda, lo seguí y lo implanté paso a paso. Y hasta hoy.

Para que os hagáis una idea de la importancia que ha tenido para mí: el libro lo he leído ya cuatro veces; dos el primer verano de ser autónomo, y otras dos desde entonces. Si queréis un único libro de productividad, es este. Si queréis seis buenos libros de productividad, comprad este, y ahorrad el dinero de los otros cinco.

Lo que voy a dar a partir de ahora es mi interpretación personal del libro. Aunque recomiendo su lectura; ya que hay mucha más chicha de la que puedo poner en un post de un blog.

La base del GtD es que nuestra mente es monotarea. Está pensada para perseguir al bicho, y cazarlo; o para correr para que el bicho no te cace. Partiendo de eso, la realidad humana moderna es mucho más compleja: tenemos decenas de responsabilidades en el trabajo, decenas de responsabilidades en la casa, decenas de responsabilidades con los amigos… el concepto de “responsabilidad” no es necesariamente negativo: una “responsabilidad” puede ser quedar para cenar con un amigo que no ves hace mucho tiempo, y que estás deseando ver.

El problema con las “responsabilidades” no es que sean negativas, sino que generan lo que David llama un “circuito abierto” -open loop-. Quizás podamos traducirlo mejor por “cabo suelto”; porque es lo que realmente significa en inglés. Corresponde con un compromiso que hemos tomado con nosotros mismos, pero que aún no hemos cerrado, y lo tenemos dando vueltas en el cerebro hasta que lo terminemos, y lo podamos olvidar. A nivel consciente estamos tomando decisiones de hacer cosas constantemente; esto deja “cabos sueltos” a nivel incosciente, que hacen que no estemos en lo que realmente estamos: nuestra capacidad de cómputo es muy limitada, y estos circuitos abiertos, que no funcionan, la desperdician. Nos distraen, y evitan que estemos en lo que tenemos que estar.

Lo que David propone es un sistema para procesar los compromisos y los proyectos; de tal forma que tenemos la comodidad y la tranquilidad de que no nos hemos dejado ningún cabo suelto pendiente. La tranquilidad de que no olvidas nada, y que tienes en tu mente solo lo que tienes que tener.

El problema de los sistemas que residen en la mente es que la mente no está clara. Por ello, en GtD se hace uso extenso del papel y del bolígrafo.

GtD propone que trabajemos con:

  • Un único punto de entrada de las responsabilidades. Creado artificialmente, concentramos en él todo lo que «entra» en nuestras vidas: Todo el correo físico, todo el correo electrónico que debe ser procesado, todos los trabajos, hasta las paridas que se me ocurren y que quiero desarrollar la mente van al punto de entrada: el INBOX. En mi caso, una caja física. Cualquier cosa que se te ocurra, por estúpida que sea, o cualquier entrada de información va al INBOX.
  • Un único proceso de gestión de responsabilidades, del que hablaremos más adelante.
  • Un único punto de salida de responsabilidades. Una carpeta, el OUTBOX, donde empleados y colaboradores tomarán lo que necesitan de ti.
  • Un único archivo de información de larga duración. En carpetas de cartón, en la que cada carpeta tiene un único tema. Las carpetas, nombradas mediante etiquetadora.
  • Un único archivo de acciones futuras. En carpetas colgantes, con una carpeta por mes -12 carpetas-, y una carpeta por día. Todas las noches cojo la carpeta del día siguiente, la vacío en el INBOX, y pongo la carpeta ya vacía al final de las carpetas del mes siguiente. Gracias a ello, con 43 carpetas cubres el año completo.
  • Una única referencia escrita de objetivos, proyectos, tareas accionables, tareas en espera y algún día/quizá.

La mecánica del proceso de gestión de responsabilidades es muy simple:

  • Tomas el primer elemento del INBOX -sin priorizar-, y analizas si requiere una acción o no.
  • Si no requiere una acción porque es información pura, al archivo de referencia; si es de un tema no archivado, carpeta nueva. Por ejemplo, si es un artículo interesante que he encontrado, que ya he leído y no lo quiero tirar, va a la carpeta adecuada.
  • Si no requiere acción ahora, pero requerirá acción futura, abro el archivo de acciones futuras, decido cuando tengo que procesarlo, y lo pongo en la carpeta correspondiente. Por ejemplo, si me llega una reunión de trabajo para un día, preparo todo el material de la reunión y la meto en la carpeta del día de la reunión. Si se trata de un evento al que no se si asistiré o no, pongo la información del evento en la carpeta de la fecha en la que debería tomar la decisión.
  • Si no tiene una fecha fija, ni urge, ni pasa nada porque se postergue eones porque no está vinculado a ningún proyecto, se pasa a la carpeta de incubación.
  • Si requiere acción ahora, decidimos si se puede cerrar en dos minutos o menos. Si se puede atender en dos minutos o menos, cierras el cabo suelto. Ahora. Sin priorizar otras cosas. Sin procastinar. Si no se puede cerrar en dos minutos o menos, decide si es tu tarea o no. Si es tarea de otro, va al OUTBOX, y anotas qué tarea has delegado, y en quien; y en la lista de “en espera” si esperas algún tipo de realimentación o respuesta. Si es tu tarea, anótalo en lista de acciones próximas.
  • Finalmente, a lista de acciones próximas indica un listado de las cosas que hay que hacer. Como se priorice es algo que no entra en el GtD.

Una parte muy importante del GtD son las revisiones, semanales y mensuales. Para mí se han convertido en una parte muy importante de mi vida, ya que me permiten reenfocarlas. Las revisiones son tan importantes que dedicaré a ellas una entrada completa a mi blog.

¿Como yo implemento GtD? En primer lugar, vemos en la imagen mi almacén de información:

carpetas gtd

La etiquetadora que uso es esta:

etiquetadora para gtd

Este es mi archivo de 43 carpetas:

43 carpetas gtd

De arriba a abajo, mi inbox, almacén de hojas de organización -ya hablaré de ello-, tablas y referencias, outbox, outbox específico de contabilidad, hojas en blanco, y hojas de borrador:

inbox gtd

Personalmente implemento el GtD tal y como propone David Allen; la única diferencia es que empleo la técnica del loci romano de mnemotécnica para tener un “inbox de viaje”; en el que meto las cosas que tengo que poner en el inbox y no puedo poner porque estoy charlando con un cliente, un amigo, o se me ha ocurrido una idea mientras que conduzco el coche. En la técnica de los loci, te imaginas una ruta muy conocida, y vas poniendo cosas pertinentes a lo que tienes que recordar en la ruta. Eso te permite no olvidar elementos, ya que las cosas te las imaginas en puntos fijos y concretos. Nada más llegar a casa, vacío la lista generada por el loci en el inbox, automáticamente, y sin excepciones. No proceso el loci, sino el inbox generado. El camino del loci, por lo tanto, no lo empleo como un inbox alternativo, sino como un pre-inbox para volcar cuando no estoy en la oficina. Como lo tengo mecanizado, no me supone ya dejar cabos sueltos.

Además, empleo un armarito como “caché de salida”. Siempre que proceso algo del inbox que me obliga a llevar encima algo la próxima vez que salga -por ejemplo, un libro que tengo que prestar a alguien- lo dejo en el armarito. Siempre que salgo de casa, reviso el armarito.

Mi algoritmo de planificación de tareas, por otro lado, parte de que tengo clasificadas las próximas tareas por ubicación física. Para todas las tareas salvo @CENTRO -grupo de tareas vinculadas a ir a Málaga ciudad-, el algoritmo que empleo es el SJF; el trabajo más corto primero. La razón es que, como mis alumnos de sistemas operativos ya saben -por la cuenta que les trae- que si el estimador de tiempos de trabajo es bueno, es el algoritmo que permite procesar más trabajos por unidad de tiempo. Además, asegura que minimizo el número de tareas a medio terminar. Es importante destacar que no dejo que ninguna tarea planificada tenga más de cuatro horas -si la tiene, la parto en dos-, que estimo las tareas por cuantos de una hora, y que ante tareas de misma duración, tomo la más antigua.

En @CENTRO -la notación la comentaré en otra entrada al blog- trazo una ruta circular mental entre el aparcamiento y todas las tareas, y las hago del tirón -cuando voy al centro, me paso la mañana entera-. Esto me permite minimizar el tiempo perdido en viajes.

Finalmente, para terminar este primer artículo sobre GtD, quiero destacar dos hechos:

Este sistema no sirve para nada si no lo llevamos a rajatabla. Si creamos excepciones, es inútil. Debemos ser rigurosos si queremos que sirva para algo. Debemos poder confiar ciegamente en nuestro sistemas; y estar seguros de que si el inbox está vacío, es que todo lo que tenemos que hacer y de lo que debemos preocuparnos está en la lista de próximas tareas. La confianza en nuestro sistema es clave.

El segundo hecho que quiero destacar es sobre determinados prejuicios. Mucha gente piensa que este tipo de metodologías supone llevar una vida estructurada y encorsetada, y no tener creatividad ni llegar a relajarte; y que es incómodo.

Señores, no pueden estar más equivocados. Eso no va de que un método diga como tienes que llevar tu vida; sino que tienes una estructura que te permite centrarte en lo realmente importante. Hablando claro: no puedes conquistar el mundo si pierdes el tiempo buscando donde demonios has puesto las llaves.

Gracias a que sigo este sistema, vivo tranquilo de que no se me olvida nada, y que no hay cabos sueltos. No solo tranquilo conscientemente -la mayor parte de los adultos lo están-, sino incoscientemente. Gracias a que mi mente no está con las minucias de las tresmil cosas que tengo que hacer durante el próximo año porque me he comprometido voluntaria y conscientemente a ellas, llevo una vida relajada; disfruto de mi ocio como nunca lo he hecho; no se me ha pasado la fecha de nada que requiera mi acción. No tener la mente en chorradas ni en cosas que no sean transcendentes en el momento actual me permite tener la mente en lo que hago ahora. Es tener una mente zen no porque has alcanzado la iluminación, sino porque has domado el caos. Puedes centrar tu mente en inventar cosas; de hecho, ahora soy más creativo de lo que he sido en toda mi vida adulta. Puedo plantear soluciones de pensamiento lateral a problemas míos y de mis clientes extremadamente complejos. El pensamiento lateral es enemigo de tener el incosciente peleando con cientos de cabos sueltos. Puedo llevar muchas cosas al mismo tiempo, llevarlas bien, y poder aún así tomar decisiones rápidas, a salto de mata, sin meter la pata. Y cuando estoy de ocio, puedo tomar la decisión cosciente de disfrutarlo, de estar en el momento; y que en mi ocio no tenga la mente vagando en lo que debería estar haciendo.

La organización personal es como un arte marcial: primero aprendes la forma. Y cuando la aprendes, pasa a formar parte de ti, ya no es un esfuerzo, es transparente, es algo que sale solo transciendes la forma.

La serie no ha terminado aún: faltan tres conceptos más sobre los que orbita mi productividad. Pero los veremos en posteriores artículos.

Tags:gtd, get things done,productividad

Tiro con arco y paloma

Hoy mi buen amigo Pepe me ha comentado que como que no hablo del tiro con arco en mi blog. Lo haré, no te preocupes. :-)

Pepe, para el que no lo conozca, además de una bellísima persona, un técnico extremadamente cualificado, y un excepcional fotógrafo, es un buen tirador de arco compuesto. Fue el que me introdujo en el mundo de la arquería, aunque muy a su pesar, he terminado haciendo tiro instintivo.

Los dos tiramos en el mismo club: Arqueros de Málaga.

Hablaré del tiro con arco. De momento, unas fotos en mi estudio de una paloma inocente que parece que ya no reconoce otro arma que no sean las de fuego:

Tags:arco

El lugar donde trabajo

En varias conversaciones en Madrid salió el tema de donde tengo «las oficinas». La calidad de mi lugar de trabajo es muy importante para mí; de hecho, trabajar donde lo hago ahora es la razón de que no me vaya al Parque Tecnológico de Andalucía, porque cobre más si realizo los proyectos en oficina de cliente, y por la que mi trabajo actual es muy agradable.

Mi casa tiene tres plantas. La tercera de ellas, está acondicionada como oficina, y es el lugar donde trabajo. No desperdicio el tiempo, por lo tanto, transladándome de casa al trabajo.

La oficina está en un ático abuardillado. Tiene 80m2. Según entras, de la planta media, atraviesas mi biblioteca; dejando a la derecha la mesa de pruebas de electrónica, y el televisor para videoconferencias; y a la izquierda el almacén.

Entrando ya en la parte habitable, tengo dos mesas: una para lectura y estudio -algo a lo que todo ingeniero dedica un porcentaje importante del día-, y la otra para trabajo y los ordenadores.

El mar no se ve en dos de las tres fotos, por efecto de la luz, ya que cuando saqué las fotos estaba de un azul muy luminoso; pero la línea del horizonte, con el mar, está a la mitad de la altura de la palmera más a la izquierda.

La mesa de estudio está a la izquierda; sentado en ella, hay una vista muy relajante. Las dos fotos están tomadas sentado en la silla, en la mesa, a la izquierda y al frente.

De esta vista a la izquierda se ve salir el sol; y las salidas de la luna son impresionantes.

A la derecha tengo dos puertas grandes de cristal; desde la que se ve otra vista espectacular. Es por donde se pone el sol.

Y estas son mis oficinas. Aún tengo que terminar de forrar las paredes de madera -lo que se ve en el techo y en las paredes son placas de poliestireno expandido-. Ahora, en pleno verano Malagueño, a temperatura máxima y con todo cerrado, estamos a 28º, que caen a 25º si abro la ventana y entra el aire. En invierno hacía algo de más frío -las temperaturas caían por debajo de los 20º-; aunque desde que monté los paneles de poliestireno, y el falso techo, la temperatura siempre se mantiene por encima de los 21º, hasta en las noches de invierno -ojo, hago trampa: ventanas y puertas llevan doble acristalamiento y cristal laminado-.

No negaré que montártelo por tu cuenta tiene sus ventajas. ;-)

Yo si estoy a favor del Colegio

Actualización: Como Ricardo ha borrado el Pingback a mi refutación de su entrada, la pongo aquí: Como hacer un buen show me the code

El post original que tanto molestó:

No suelo leer a Ricardo Galli; no es santo de mi devoción, y lo que escribe no me suele parecer especialmente interesante. Especialmente porque a veces le dan ataques en contra de sus diversas fijaciones. Una de ellas es el Colegio Profesional. Teniendo en cuenta que cosas como colegiación obligatoria para firmar proyectos no las veremos ni en los más violentos viajes de ácido, y que unas míseras atribuciones -algo que, por cierto, tienen casi todas las ingenierías- son más difíciles de conseguir que la paz mundial, no se porqué está tan visceralmente en contra: si no le gusta el Colegio, que no se apunte.

Sin embargo, lo que no termino de entender de Ricardo es otra de sus pulsiones: la de repetir incesantemente lo poco que aprendió en la carrera de informática. En este post comenta, entre otras cosas, que terminó una carrera de informática desconociendo programación orientada a objetos, lo básico de teoría de control, simulación no lineal, redes -por lo que cuenta, TCP/IP-, Prolog, Smalltalk, C, C++, la tansformada de Fourrier, y a programar y administrar Unix.

Tengo que reconocer que desconozco el sistema educativo argentino; de hecho, estaba convencido que esas cosas sí se estudiaban allí -algún lector argentino que me lo confirme, por favor-. Como ya dice uno de los comentarios de la noticia, no termino de entender como consiguió la homologación, ya que parte de lo que comenta es materia troncal. Lo bueno de esta entrada es que gracias a ella puedo entender el porqué de la opinión de Ricardo respecto a los estudios de informática y al colegio. Habiendo estudiado lo que ha estudiado como carrera de informática, hasta entiendo que considere que el Ingeniero en Informática sabe menos de informática que el físico -como se desprende de esta entrada de su blog-.

Mi historia personal es bien distinta a la de Ricardo. A diferencia de él, todo lo que comenta en su blog yo sí lo aprendí en la carrera. No estudié informática en una universidad privada; lo hice en una universidad pública de provincias. Salvo control y simulación, que eran asignaturas optativas, el resto era o troncal, o obligatorio. El nivel de conocimiento que adquirí estudiando Ingeniería Informática me permitió trabajar en laboratorios de física de fuera de España. Primero de física del estado sólido, después de biofísica molecular. Y encontré un montón de físicos que eran muy buenos en lo suyo; pero que usaban la informática y las rutinas en Fortran enlatadas como caja negra. La colaboración fue estupenda: mis conocimientos en informática adquiridos durante mi estudio de Ingeniería Informática me permitió ser útil y realizar aportaciones importantes -sobre todo en los métodos numéricos que empleaban, y en la paralelización de sus aplicaciones-; ellos aprendieron muchas cosas de informática de mi, y yo aprendí un montón de física de ellos. Muchos siguen siendo muy buenos amigos, y mantengo contacto con ellos. Mi titulo me fue útil no por las atribuciones, sino por los conocimientos que adquirí al estudiarlo.

La verdad es que estoy muy cansado de leer a gente como Ricardo echando mierda sobre el tejado de la casa de la Ingeniería Informática. Estoy muy cansado de leer y escuchar a presuntos popes y gurús diciendo que, si quieres saber de informática, hazte teleco, físico o biólogo. Estoy a favor de dignificar nuestros estudios, nuestra carrera y nuestra profesión. Estoy a favor de unos estudios duros, como los que hice en su día, que formen gente muy cualificada. Estoy a favor de que se reconozca socialmente esto. Y estoy a favor de cualquier grupo de presión que defienda la calidad de la Ingeniería Informática como titulación, y el reconocimiento social de los que tengan este título. Por ello, estoy a favor del colegio. Esta es la única profesión que tiene una pléyade de monaguillos chiripiflauticos canturreando desde sus púlpitos cuan poco vale, y cuan poco se aprende estudiándola en la universidad. La única carrera universitaria que, cuando el ministerio reúne un grupo para estudiar aquello fruto de sus estudios, no invita a nadie con dichos estudios. Porque antes entrará Chikilicuatre que un Ingeniero en Informática en la Comisión Interministerial de la Sociedad de la Información y de las Nuevas Tecnologías en España. Y siempre habrá un Ricardo que dirá que aprendió más informática afinándole la guitarra a Chikilicuatre que en cinco años de Ingeniería Informática.

Se ha creado finalmente el Colegio Profesional de Ingenieros en Informática de Andalucía, y yo estaré en el censo. Y colaboraré en lo que sea necesario.

Y, Ricardo; no sabes lo que siento que no hayas podido aprender informática en tu universidad cursando estudios de informática, y hayas tenido que ir a aprenderlo a un laboratorio de física. Yo tuve la suerte de aprenderlo estudiando Ingeniería Informática en Málaga.

Actualización 2 (Julio del 2009): Disponible la opinión de Ricardo Galli sobre la Ingeniería del Software. No tiene desperdicio.

Technorati tags: ,.